Un paso muy importante es también asegurarse que la cuerda con la que vamos a hacer el nudo es de calidad y que resiste el peso de una persona. Su cuerda que circunda la lona la dota de una especial seguridad y sus dos portabotellas indican el porqué de este producto: relajarse sin límite de tiempo. Estaba excitadísima. Sus primas no entendían porqué quería estudiar. Las habitaciones de las amas tenían dentro cada una un cuarto de aseo. Normalmente subíamos a las habitaciones cuando sabíamos que ellas no estaban allí, pero una mañana la señorita Selma estaba en su habitación. Acababa de desprenderse del pie de la señorita Selma. La señorita Selma y el ama Raisha escucharon que la estaba despidiendo y sin referencias, con lo que, supuse, le sería difícil encontrar un buen trabajo. Sólo entonces el ama Míriam dejó de pegarle. El ama Míriam solía venir a menudo a casa a visitar a su madre y a su hermana.
Felicity: La primera ama de Sarah. —Ven Sarah — me dijo. — le gritó y se levantó de la mesa. — ¡No hay derecho, no es justo! —No, no la has matado, pero tienes que calmarte un poco… te recuerdo que ya mataste a Isa a latigazos en uno de tus ataques de ira — le recriminó la señora. No grité pero no pude evitar que unas lágrimas aflorasen a mis ojos. De hecho, después del día que me habló del tema y yo le conté entre lágrimas que me había sentido muy mal porque yo nunca me hubiese escapado, mi ama, en privado, se portó conmigo con más familiaridad. La señorita Míriam y sus hijas bajaron nada más escuchar el motor del automóvil al entrar en el garage. Le hacía gracia que sus hijas discutieran por una esclava y era yo el objeto de discusión. El día que fui regalada a la señorita mandó que me anillaran una chapa identificativa en mi muñeca izquierda y eso quería decir que desde ese momento podía salir de la casa. El policía vería que llevo una placa en mi muñeca izquierda donde pone la dirección y el nombre de mi ama y sabría que tendría que devolverme allí.
Ese día fue el último de Dulcita en casa del ama Raisha. Creo que se acababa de dar cuenta del alcance brutal de lo que había hecho. Hoy ya he conocido a algunas muchachas y creo que congeniaré con ellas, son muy simpáticas… y todas de buena posición. Las muchachas de su clase social menospreciaban a las chicas pobres que tenían que trabajar para vivir. — dijo la señorita Caren que se sentía legitimada por lo que mi ama le había dicho para castigarme según ella considerase. Al camarero del restaurante le hemos dicho que teníamos un perro y que nos guardase las sobras en una bolsa. Echa una mirada a esta selección con las superiores promociones del mercado en este momento. Me quedé con la mirada fija en el suelo. Bajé de nuevo la mirada al suelo y besé sus manos que tenía apoyadas en el regazo. La señorita poco a poco fue mostrándose menos altanera y aunque seguía siendo indolente como todas las amas árabes que conocía, la dulzura regresó de nuevo a su voz y a su mirada. Cuando lo hube guardado todo miré al chófer interrogándole con la mirada sobre dónde debía de ir yo.
Al suspender sus camas sobre el suelo, los habitantes estaban mejor protegidos de las serpientes, las hormigas que pican y otras criaturas dañinas. Con el extemo de su fusta de equitación me iba señalando los países que yo le pedía. El alarido de Dulcita me hizo estremecer y creo que también asustó y afectó a la señorita Selma a tenor de la mueca de disgusto que aprecié en su rostro cuando vio chillar a Dulcita con desesperación. El aspecto de su rostro daba grima de ver, producía absoluta desazón. El rostro se le hinchaba por momentos. Vi el hambre atroz reflejada en el rostro de la pobrecilla. Estaba hambrienta. Siempre tenía hambre. Aún no me había castigado sin comer y así y todo siempre estaba hambrienta. A las primeras bofetadas añadió al poco tiempo suprimirme comidas, cada vez con mayor frecuencia, hasta llegar a tenerme varios días sin comer. Hace poco que la tenemos.
Entonces me pasaba el día rezando para que no se fijara en mí y me llamase para servirla. Para mí fue un día de inmensa felicidad. Además cada día que pasaba la veía más bonita. Sencillamente que eres una esclava insolente. Lo primero que te recomendamos es que exista una diferencia de al menos 40 cm desde el suelo hasta la zona más baja de la hamaca. Todos los nudos compartidos arriba están pensados para aplicarse en diferentes situaciones que se te presenten al colgar tu hamaca. — oí la voz de la señora que se dirigía a Nené. — le gritó al tiempo que le arrojaba el té hirviendo a la cara. Zulema seguía manteniendo las manos de Dulcita firmemente sujetas para que no se las pusiera en la cara. Antes de calzarla con sus sandalias me frotaba la cara contra sus plantas y aprovechaba para besárselas. Para demostrarle silenciosamente que sabía lo que estaba haciendo por mí y para mostrarle mi agradecimiento le hice las friegas restregando mis húmedas mejillas por las plantas de sus pies. Sheila me contó una vez que su madre tenía una muchacha etíope y que cuando quería calentarse los pies le ponía carbones encendidos en el vientre y cuando se los retiraba apoyaba los pies en la zona quemada.
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